El Taller de Tío Marce – Entrega #3

3. Maupassant cumpliendo lo que promete.
La guerra franco-prusiana, que se libró en 1870, cuando Guy de Maupassant tenía veinte años, fue el marco de muchas de las mejores narraciones de este genio. Una de las más conocidas es la nouvelle “Bola de Sebo”, y enseguida me vienen a la cabeza otras historias ambientadas en ese conflicto, catastrófico para Francia. Pienso en “Mademoiselle Fifí”, en “Dos amigos”, en “La cama 29”. Escribiendo relatos tan contundentes, entre muchos ejemplos más, Maupassant se comporta como un auténtico patriota: en casi todos sus cuentos bélicos, a los enemigos prusianos los traza como prepotentes, como sádicos y violadores; los peores y más oscuros colores de la paleta les dedica nuestro querido autor para retratarlos.
No obstante, pensemos en “La tía Sauvage”, el cuento de guerra que les recomendé leer en la nota anterior, y que conviene repasar para aprovechar mejor la presente entrega del TTM. En él, el tratamiento del enemigo es totalmente distinto. Y la razón es muy sencilla: si los soldados que ocupan la casa de la vieja fuesen tan malvados como todo prusiano típico de Maupassant, simplemente no habría cuento; sos mi enemigo de toda la vida, así que a la primera de cambio te quemo vivo. Pero el pensamiento lateral, ese modo diferente y creativo de ver las cosas ―y que el escritor en formación puede adquirir a base de puro entrenamiento―, nos lleva a elegir una insospechada Z cuando se nos ha puesto ante la disyuntiva “A o B”. Desde el comienzo de esta historia tremenda, Maupassant va prometiendo lo que cumplirá al final, aunque por una vía indirecta: los muchachos alemanes establecen una relación filial con la tía Sauvage, y son tan buenos que incluso la ayudan en los quehaceres de la casa; son casi como el hijo que esta mujer tiene en el frente, el único hombre que le queda… y que pronto perderá. Así, una vez establecido ese vínculo afectivo tan fuerte ―conste que aún no se hablaba del síndrome de Estocolmo―, en el desenlace y en el terrorífico epílogo la unidad de efecto será mucho mayor. ¿Cómo esta mujer es capaz de cometer este crimen aberrante, contra gente tan buena? En suma, Guy de Maupassant prometió lo que cumplirá, pero teniendo en cuenta que el lector está esperando otra cosa. Uno se siente realmente desamparado cuando la vieja opta con toda sangre fría por quemar vivos a los amables chicos con quienes ha convivido tratándolos como una madre. Desamparado en lo emocional, sí, aunque superado gozosamente en lo estético.
Y quiero destacar un indicio que más que un indicio es un auténtico redoble de tambores: el momento en que la tía Sauvage limpia el conejo que habían cazado los prusianos. Al evocar esa escena, siento en mis propias manos el calor de la sangre del conejo, preludio ―promesa― de la sangre que pronto correrá en la casa de la Sauvage:
“Muerto el animal, lo despellejó, sacando el cuerpo rojo de sangre; al manipularlo con sus dedos, al ver sus manos cubiertas de aquella sangre tibia que se iba enfriando y coagulando, tembló de pies a cabeza porque se le representaba a su muchacho cortado en dos, rojo también de sangre, como aquel animal que aún palpitaba”.
A partir de ese instante el terreno está ya preparado para que Guy de Maupassant cumpla. Y vaya si cumplirá.
En definitiva, si releen el cuento bajo esta óptica, verán que todas las informaciones que va dejando el narrador terminarán provocando un final esperable aunque absolutamente inesperado, valga la contradicción. Pero ustedes me entienden, sobre todo si han leído el cuento y si están tan preocupados, como todo buen narrador, en lograr coherencia prometiendo lo que se va a cumplir. Todo buen relato es el caos vuelto orden. Sólo se trata de aprender a seleccionar los indicios justos.
En la nota anterior les hablé de tres preguntas que convenía formularnos a la hora de evaluar la calidad de nuestras historias, así que en la entrega que viene abordaremos la segunda pregunta, que es esta:
¿Cumplí lo que prometí?
Hasta la próxima, sobrinos.
mdm/01/08/18

 

Como es habitual, les dejamos un pertinente video del canal de YouTube de Marcelo di Marco, Taller de Corte y Corrección. Pueden suscribirse y compartirlo; su objetivo es el mismo que el del Taller de Tío Marce: ayudarlos a buscarse como escritores y a perfeccionarse en este maravilloso camino de la creación literaria.